ALGUNAS REFLEXIONES POLÍTICO-FILOSÓFICAS SOBRE LA CONFUSIÓN ENTRE COMUNISMO Y LUCHA CONTRA LA INJUSTICIA

Las personas que adoptan acrítica y pseudoreligiosamente la ideología comunista creen que comunismo es sinónimo de antiimperialismo. Por eso cuando alguien, por ejemplo, critica las violaciones a los derechos humanos en Cuba, estos comunistas creen que la persona que hace tal crítica sólo la hace porque es “un facho” o “un racista” o un ultraderechista. En realidad, la URSS fue un imperio horizontal tan genocida como los imperios cristianos medievales y los imperios racistas actuales. Millones de inocentes murieron asesinados por el afán de poder de Stalin y otros conquistadores de tierras. Además, toda dictadura, del color político que sea, es verticalmente imperialista por violar los derechos humanos de personas. En Cuba miles de no racistas y no fascistas, incluyendo a muchos que en su momento se opusieron a Batista, han sido encarcelados, torturados o asesinados por el gobierno de los Castro.

En un país con libertad de expresión, todos tenemos derecho a decir lo que queramos. Esa es una de las bellezas de la modernidad, que nos distingue de la edad media, del estalinismo, el maoísmo y el hitlerismo. El estalinismo y el maoísmo fueron más totalitarios que el hitlerismo y que varios estados cristianos inquisidores de la edad media. Comunistas como Stalin y Mao han sido los más totalitarios de todos.

Pero hay algo que distingue al comunismo de otros sistemas políticos, aparte del hecho de que genera una totalmente indeseable ultraconcentración crónica del poder en uno o dos estadistas (jerarcas). Esto es el hecho de que el comunismo fue ideado por Marx para ser un sistema de la rebelión de las víctimas del colonialismo. Por esto, el comunismo, a diferencia del capitalismo y otros sistemas, se define por ser antiinstitucional: rebelde. Esto es lo que más perturba a las derechas conservadoras del mundo: el hecho de que el comunismo señala que hay injusticias cometidas por los estados y sus policías, y que quienes son víctimas de esas injusticias deben rebelarse.

Muchos conservadores racistas argumentan correctamente que el comunismo ha sido enormemente totalitario, mucho más totalitario que el capitalismo, por lo menos en el siglo XX. Pero buena parte de estos conservadores no da este argumento porque realmente esté inquieto por un posible régimen autoritario futuro, ellos en realidad están inquietos y angustiados porque temen que se pierda el orden, temen que la policía sea criticada como institución porque eso pudiera dar paso libre a los delincuentes y a los psicópatas, los enfermos mentales irracionales más dañinos.

La policía, como institución, es absolutamente necesaria, y esa es una verdad política. La policía debe poner freno y castigar a los delincuentes y a los psicópatas que existen en las sociedades.

Sin embargo, en algunos estados la policía, al igual que el ejército, hacen uso y abuso de su poder, armas y atribuciones legales amparados por los gobernantes y por el estado, llegando incluso a asesinar, torturar a miles o millones de personas inocentes, o a violar a miles o millones de mujeres inocentes. Marx diseñó su teoría para que estos inocentes (a menudo negros o indígenas, pero en muchos casos también gente de cualquier raza o nivel socioeconómico) pudiesen rebelarse contra estas policías y ejércitos abusivos, machistas, racistas y genocidas, es por eso que el marxismo se define por ser, en un comienzo, antiinstitucional y antipolicial. Pero lo cierto es que, durante el siglo XX, las policías y ejércitos de los estados marxistas han sido las instituciones gubernamentales más genocidas y terroristas del mundo por lejos. Millones de inocentes fueron asesinados por las policías y ejércitos soviético, camboyano y chino. Incluso, actualmente el gobierno chino, que por ser comunista es inherentemente autoritario y unipartidista (sin elecciones libres ni votación), apoya al régimen integrista islámico de Sudán que está esclavizando africanos. La esclavitud sigue existiendo en grandes proporciones en el mundo actual. Incluso, prácticas esclavistas o muy similares siguen existiendo en el occidente moderno (aunque a mucho menor escala que en regiones no occidentales del mundo como las musulmanas). La estructura del estado de China y las de los estados islámicos dictatoriales como fue el Afganistán gobernado por Osama Bin Laden y los talibanes es la misma: en ambos casos hay un gobierno que se mantiene crónicamente en el poder, sin elecciones libres, sin libertad de religión (China reprime a los budistas y les prohibe tener fotos del Dalai Lama) y sin libertad de expresión (sin posibilidad de criticar al gobierno, entre otras cosas).

Los estados comunistas totalitarios no son más que estados gobernados por unos cuantos individuos que en algún momento fueron antiinstitucionales (rebeldes, revolucionarios) y que al tomarse el poder se convirtieron en dictadores institucionales de los peores que puede haber.

Sin embargo, uno no podría estar en contra de todas las rebeliones antiinstitucionales por eso. En primer lugar, muchas rebeliones antiinstitucionales no son comunistas. Los levantamientos tibetanos, que en algunos casos han hecho uso de la violencia, son rebeliones antiinstitucionales y anticomunistas legítimas en las que los tibetanos luchan contra la injusticia, contra el imperialismo (imperialismo comunista chino) y por su independencia.

Análogamente, numerosas rebeliones indígenas ocurridas en América Latina que han sido autotildadas o tildadas por otros de “comunistas” son perfectamente legítimas. Entre estas se encuentra la rebelión zapatista de Chiapas de 1994, autodenominada comunista y marxista, puesto que el Subcomandante Marcos no hace diferencia en su discurso entre comunismo libertario y comunismo de estado, y que ha derivado en un perfectamente legítimo comunismo libertario independentista (defensa de un territorio indígena propio y autónomo autogobernado). Otra es la rebelión kuna (revolución kuna) que sucedió en Panamá en 1925, y que no tiene nada que ver con el comunismo, que no se autodenominaba marxista ni comunista sino sencillamente Kuna (las culturas indígenas latinoamericanas son originarias de Abya Yala, América, el marxismo en cambio es una cultura y una ideología europea). Otra fue la resistencia de los indios misquitos en Nicaragua cuando el gobierno comunista del Frente Sandinista de Liberación Nacional realizó una masacre en la que al menos 100 indígenas fueron asesinados. Otras fueron las resistencias de los indígenas mayas en Guatemala frente a los genocidios racistas de los militares guatemaltecos que borraron del mapa más de 440 aldeas, y que sometían a los mayas a esclavitud en los años 1980’s, puesto que mientras trabajaban en las plantaciones, avionetas del gobierno sobrevolaban el lugar y rociaban las plantaciones con pesticidas 50 veces más tóxicos de lo tolerable, provocando muertes y enormes daños, incluyendo la contaminación de la leche que las mujeres indígenas daban de mamar a sus hijos[1]. En este último caso se aprecia la semejanza con el hitlerismo y sus cámaras de gas puesto que se trata de políticas intencionadas de exterminio racial en las que las víctimas son, al mismo tiempo que rociadas con tóxicos ultravenenosos, sometidas a trabajos forzados. Quienes sobrevivieron a los pesticidas fueron después asesinados por el ejército. Dada esta situación, uno de los hermanos de la hoy famosa activista maya Rigoberta Menchú intentó rebelarse y fue tildado de “comunista” por el ejército, y luego fue quemado vivo.[2]

En muchos casos la derecha política que se opone al comunismo sinceramente lo hace porque prefiere la descentralización capitalista ya que quiere evitar la ultraconcentración del poder en el estado que ha llevado a los genocidios como el de Mao y el de Stalin, pero en una gran cantidad de otros casos no se trata más que de una derecha racista cuyo pensamiento “anti rebelión” es igual al pensamiento también explícitamente “anti rebelión” de los inquisidores de la edad media (que, por cierto, quemaban vivas a mujeres indígenas no cristianas, tildadas en ese tiempo no de “comunistas” sino de “brujas”). También en una gran cantidad de casos se trata de gente asustada de la delincuencia que se desespera ante la idea de que alguien diga que algo que hizo un policía está mal. Mucha gente derechista que pertenece a este último grupo rechaza totalmente todas las protestas indigenistas como, por ejemplo, las de los mapuche en Chile, porque ve que esas protestas son a menudo en contra de abusos policiales, y para esta gente derechista hay que dar tanto poder cuanto se pueda a las instituciones policiales (sin que importe nada si muchos de los arrestados, encarcelados e incluso asesinados por policías son totalmente inocentes). En otro grupo se trata sencillamente de la creencia racista de que los indios son proclives al crimen y al delito y de que, por tanto, es correcto matarlos y violar a sus mujeres. Es muy frecuente que esta creencia se apoye en la teoría de la evolución de Darwin y que los racistas comparen explícitamente a los indígenas con monos. Se cree que es necesario que el estado y los militares maten y violen a “los indios” para evitar que “los indios” cometan crímenes: es una anticipación. En este caso evidentemente los crímenes de estado no son considerados crímenes. Sin embargo, la principal forma de terrorismo en el mundo es, por lejos, el terrorismo de estado: es la que cobra más víctimas inocentes. Y los principales terroristas de estado del siglo XX fueron, también por lejos, los estados comunistas con sus ejércitos y policías (un argumento que, paradojalmente, la derecha política gusta mucho de citar en contra de cuanto comunista antipolicial y antiinstitucional existe).

Podemos concluir en primer lugar que el hecho de que un individuo o grupo se autodenomine o sea tildado por otros de “comunista” no implica nada. Lo mismo vale para “derechista”, “capitalista”, “cristiano” y varios más. Ninguno de estos apelativos hace buena ni mala a una persona, y ninguno de ellos dice en realidad mucho sobre la persona.

Podemos concluir, en segundo lugar, que como la principal forma de terrorismo es el terrorismo de estado es necesario que existan rebeliones antiinstitucionales (antiestado, antipoliciales). Aunque, en estricto rigor, tales movimientos políticos no deberían ser llamados “rebeldes” o “revolucionarios” sino más bien “de resistencia” porque se trata siempre de la autodefensa de grupos que son víctimas de ataques injustos por parte de otros más poderosos. Es, por tanto, mucho mejor hablar de movimientos de resistencia o movimientos autodefensivos que de revolucionarios. Son necesarias, entonces, resistencias autodefensivas antiinstitucionales y antipoliciales (como las que defienden un territorio ancestral indígena, por ejemplo). Como la principal forma de terrorismo es claramente el terrorismo de estado y la principal forma de terrorismo de estado durante el siglo XX fue claramente el de los estados comunistas, es necesario proponer nuevas teorías de resistencia política distintas de la marxista tradicional (de estado) y que no deriven en estados ultratotalitarios en ningún caso. Ya están propuestas: son el socialismo libertario y el federalismo libertario. Esta última consiste en la descentralización del poder, donde hay subsectores sociales cada uno de los cuales se autogobierna y donde la dirigencia central, si es que existe, tiene muy poco poder. Esto evita todas las calamidades de los comunismos estatistas.

Finalmente, y lo más importante, sin que importe cuál es la teoría política que un estado adopte[3], toda resistencia frente a abusos de ese estado es legítima, sin que importe tampoco cuál teoría política adoptan los que resisten, ni si no adoptan ninguna.


[1] Eduardo Galeano escribió: “En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada: los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación. En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental…”

[2] Las “brujas” quemadas vidas por la inquisición medieval también eran mujeres indígenas. Dice al respecto Helen Ellerbe:

“A las brujas se les hacía responsables de casi cualquier problema. Cualquier amenaza a la uniformidad social, cualquier duda sobre la autoridad, y cualquier acto de rebelión ahora podía serle atribuido y juzgado como brujería. No fue sorprendente que las áreas de turbulencia política y contienda religiosa experimentaran las cacerías de brujas más intensas. La cacería de brujas tendía a ser mucho más severa en Alemania, Suiza, Francia, Polonia y Escocia, que en países más homogéneamente católicos como Italia y España. Los cazadores de brujas declaraban que “la rebelión es como el pecado de la Brujería”. En 1661, monárquicos escoceses proclamaron que “la rebelión es la madre de la brujería”. Y en Inglaterra, el puritano William Perkins llamó a la bruja “el más notorio traidor y rebelde que puede haber (…) Las ancianas sabias curanderas eran blancos particulares de los cazadores de brujas. “En ese tiempo”, escribió Reginald Scot en 1584, “es indiferente decir en la lengua inglesa ‘ella es una bruja’ o ‘ella es una mujer sabia’”. Previo a la Reforma, la gente común de Europa confiaba en las mujeres y los hombres sabios para el tratamiento de las enfermedades, antes que en los miembros de la iglesia, monjes o médicos. Combinando su conocimiento sobre hierbas medicinales con una petición de asistencia divina, estos curanderos proporcionaban una medicina más asequible y con mayor frecuencia más eficaz que la medicina disponible en otra parte. Los miembros de la iglesia durante la Reforma se oponían a la naturaleza mágica de esta clase de curación, a la preferencia que la gente tenía por ella por encima de la curación que ofrecían la iglesia o los médicos facultados por la iglesia, y al poder que otorgaba a las mujeres.”

[ Ellerbe, Helen (2007). El lado oscuro de la historia cristiana. México D.F.: Pax.]

[3] Esto no debe, sin embargo, hacernos olvidar que la estructura estatista misma del marxismo de estado tal como lo propuso Marx (es decir, la que da demasiado poder al estado y facilita la cronificación de una dictadura), es la que ha llevado a los genocidios estalinista, maoísta y otros.